Juan Villoro / 'Herr Professor'

AutorJuan Villoro

José María Pérez Gay fue una presencia insólita en la cultura mexicana. Formado en la Universidad Libre de Berlín, se interesó en la vertiente más abstracta de la Sociología, el contexto en que se generan las ideas. Ese adiestramiento lo llevó a escribir un excepcional libro sobre los escritores austriacos del periodo entreguerras: "El Imperio Perdido".

Fui su ayudante en 1980, durante su paso por la UAM-Iztapalapa. Nos habíamos conocido en una fiesta para celebrar la aparición de la revista Nexos, en la que ambos colaborábamos. Chema sabía que yo acababa de entra al cuerpo docente de la UAM y me pidió que lo acompañara a Iztapalapa. Después de años en Alemania, esa parte del DF le parecía una Patagonia.

El campus era entonces de un conjunto de edificios amenazados por las tolvaneras. Chema se quedó absorto ante el paisaje, pero se reanimó al hablar con sus colegas. Logró mezclar La dialéctica del espíritu con el jazz de Thelonious Monk, las clases de ruso que le permitieron leer un pedestre texto de Lenin y comprar ropa femenina en Moscú, su trato con Marcuse y su tendencia a imitar a Dickens, no en el estilo literario, sino en las ganas de llorar al escribir. Quedamos deslumbrados.

Chema vestía con existencialista elegancia -suéter negro de cuello de tortuga, botines que le llegaban al tobillo-; su pelo, prematuramente blanco, era el de un director de orquesta en estado de fortissimo.

Diseñó un curso de Sociología del Conocimiento en el que debíamos ir de Max Weber a Karl Mannheim. La fascinación que produjo en los maestros continuó con los alumnos. No he visto dramaturgia pedagógica más perfecta. Cada gesto contribuía al teatro de la inteligencia; insertar el cigarro en la boquilla creaba una pausa ideal para cambiar de tema.

Su curso duró poco porque el profesor aún no había terminado de arreglar su vida en Alemania y tuvo que partir. Me quedé al frente de la clase, en estado de indefensión. ¡Ni siquiera sabía fumar!

Pérez Gay tradujo Magd Zerline, de Hermann Broch, una de las mayores historias de amor del siglo XX, y el vasto poema El hundimiento del Titanic, de Hans Magnus Enzensberger. Hablaba alemán con un acento perfeccionado por su carisma. En cualquier circunstancia generaba un clima de complicidad. Roman Herzog, primer presidente federal electo después de la reunificación alemana, visitó México y quiso reunirse con germanistas. Chema había compartido maestros con Herzog en Berlín y de inmediato creó un clima de tertulia. Poco...

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