Juan Villoro / La lengua salvada

AutorJuan Villoro

En tiempos de fanatismos nacionalistas conviene recordar que la cultura se alimenta de mezclas que vienen de lejos. De modo peculiar, la literatura mexicana puede ser vista como una rama secreta de la literatura italiana. La nómina de autores con apellidos de ese origen da para organizar un festival: Sergio Pitol, Alejandro Rossi, Guillermo Fadanelli, Ángeles Mastretta, Luigi Amara, Valeria Luiselli, Jorge Volpi, Verónica Gerber Bicecci, Francesca Gargallo.

El elenco incluye a Fabio Morábito, que el próximo martes recibirá el Premio Xavier Villaurrutia por su espléndida novela El lector a domicilio. Aunque cualquiera de sus libros habría sido digno de este reconocimiento, el retraso con que llega el galardón se ajusta a la estética de un autor ajeno a las precipitaciones y los golpes de efecto, que no en balde escribió La lenta furia. Con un sentido alerta de la paciencia, Morábito descubre misterios de lo diario. Ha escrito poemas memorables sobre columpios, bicicletas, lotes baldíos, y sus cuentos y novelas revelan las absurdas combinaciones que la realidad asume en sitios que parecen refractarios a la fantasía: un departamento de interés social, una mueblería que ofrece roperos en mensualidades, un pasillo cualquiera. En esas zonas austeras acecha el asombro; si Morábito mira una puerta, se abre en forma inesperada.

Nacido en Alejandría en 1955, en el seno de una familia italiana, Fabio se trasladó de niño a Milán, donde vivió hasta los 15 años. Aunque su lengua materna y su pasaporte son italianos, escribe en un segundo idioma, el de un país donde ejerce la lección del viajero que Italo Calvino atribuyó a Marco Polo en Las ciudades invisibles: demostrar que los lugares no se definen por lo exótico -su superficial diferencia-, sino por la lógica que los anima. Las mejores adaptaciones a lo ajeno son las que no acaban nunca y permiten entender que lo propio puede ser extraño. Este adiestramiento hecho en México ha permitido al autor describir con fortuna otros lugares (También Berlín se olvida).

Fabio confiesa una pasión incontrolable: cuando el Milán sale a la cancha no ve el partido porque sufriría demasiado. En consecuencia, preserva su lealtad a la distancia. Tal vez Italia y la niñez son para él arrebatos similares, un incendio distante que alimenta la sostenida lumbre de sus páginas.

En su viaje de ida y vuelta entre dos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR