Juan Villoro / 'Password'

AutorJuan Villoro

"Ligar se ha vuelto facilísimo", dijo Jorge para estupor de los demás amigos del café. "El que no tiene pareja es porque no tiene Internet", sentenció.

En la mesa se encontraba Edwin, cuya soltería ya es legendaria. No sabemos si se trata de una elección o una condena, lo cierto es que no podía estar de acuerdo. "Yo no tengo pareja, o en todo caso mi pareja es Internet", dijo, y se dirigió a Jorge: "El medio no determina el ligue: tú fuiste ligón analógico y ahora eres ligón digital. Podrías seducir con palomas mensajeras, o incluso con gallinas".

Según Edwin, los sitios de contacto en Internet son atractivos para quienes de cualquier forma ligarían en un andén del Metro. En cambio, Jorge se siente determinado por la tecnología: la red lo metió en laberintos sentimentales de los que no puede salir. Sus últimas tres novias fueron cortejadas en Facebook. En caso de que tenga una hija, debería ponerle Arroba.

El correo electrónico ha transformado la forma en que la gente se conoce, pero también la forma en que se separa.

Una frase resume el nuevo código de confianza: "Ya somos pareja, pero todavía no le doy mi password". El tema es sumamente delicado. ¿Qué tan necesario es tener la clave de entrada al correo del ser querido?

Antes de la época virtual, se podía decir sin gran riesgo: "Nosotros no tenemos secretos". La pareja hacía un pacto de sinceridad y esperaba que el otro le dijera todo. ¿Hasta dónde se cumplía ese contrato? Digamos que el olvido, las mentiras piadosas, las verdades a medias y la falta de claridad se inventaron para que la franqueza no fuera ofensiva.

Difícilmente aceptaríamos que los demás vieran nuestros sueños, entre otras cosas porque algunos nos avergüenzan a nosotros mismos. Internet no pertenece al inconsciente, pero se le acerca bastante. Es un vertedero de mensajes impulsivos, no siempre filtrados por la razón, donde la realidad y el deseo se confunden. Ahí las palabras no siempre tienen que ver con los hechos. ¿Vale la pena que tu pareja lea tus mails? Internet ya duró lo suficiente para que muchas separaciones se deban a esa causa.

En tiempos remotos el truene comenzaba con la frase: "Tenemos que hablar". Otro preámbulo de la ruptura era la sugerencia de entrar a terapia con un analista que había separado satisfactoriamente a unos amigos. En la era digital, el primer paso hacia la ruptura consiste en averiguar el password de tu pareja o en usar el que ya te dio, pero no has tecleado por respeto a la privacidad de...

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