Julia Carabias / ¿Incapaces de prevenir?

AutorJulia Carabias

La dramática situación por la que atraviesa el País, sobre todo en los Estados del norte, centro y oriente, debido a las prolongadas y extremas sequías del otoño e invierno, nos pone de manifiesto, una vez más, la incapacidad que hemos demostrado los mexicanos para prever, planear y adaptarnos. Reaccionamos ante los desastres con solidaridad y con programas especiales, pero no sabemos prevenir sus consecuencias. Sin duda, los eventos hidrometeorológicos extremos (sequías o inundaciones) no pueden modificarse, sin embargo, sí podrían disminuir los impactos sociales, ambientales y económicos de éstos, si estuviéramos preparados como sociedad.

Es muy lamentable la tragedia humana que se vive en los Estados mencionados, agravada por las dramáticas pérdidas económicas. Pero no debería sorprendernos que las sequías ocurran en las zonas desérticas y semidesérticas; es una condición natural inherente de las regiones norte y centro del País. El problema de fondo es el tipo de desarrollo insustentable y desordenado que se ha promovido en estas regiones y el fomento de tecnologías inadecuadas que no consideran las limitantes ambientales. Esto ha llevado a una irracional ocupación del territorio nacional y al establecimiento de sistemas productivos y actividades económicas confrontados con las condiciones naturales.

Hay que recordar que en el centro, norte y noroeste del País, en donde el agua es un factor limitante (sólo se recibe 32 por ciento de la lluvia), se concentra alrededor de 77 por ciento de la población y 85 por ciento del Producto Interno Bruto. Por ello, prácticamente todos los acuíferos están sobreexplotados. Además, las formas de producción agrícola y ganadera han provocado que los suelos de millones de hectáreas estén salinizados y contaminados con agroquímicos y que los ecosistemas naturales hayan sido transformados, eliminando una buena parte de su flora y fauna nativa, adaptada a estas condiciones de sequía natural. No sobra mencionar los absurdos megadesarrollos turísticos de estas regiones, con sus campos de golf, que consumen inaceptables cantidades de este escaso recurso hídrico vital. En este escenario, no debe asombrar que cuando la precipitación sale de lo normal, ni la sociedad ni la economía lo resisten. Los recursos naturales en estas regiones han llegado a su límite y no queda margen para enfrentar condiciones adversas; es por esto que ocurren los desastres.

Es el modelo de desarrollo que ha seguido el País lo que...

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