Desde mi Ladera / Biografía Tapatía

AutorJuan López

Regreso a Guadalajara...

La semana pasada en esta Biografía Tapatía vimos cómo el segundo obispo de la Nueva Galicia en cuanto llegó a la población de Compostela, hoy del estado de Nayarit, cumplió con el ceremonial de la toma de posesión, se quitó las vestiduras obispales, se limpió el sudor y ni tardo ni perezoso, después de dos o tres precipitadas y rápidas bendiciones a los circunstantes dijo: me regreso y sin esperar respiro se regresó a su placentera Guadalajara.

Es bien sabido que los preteribles son los hechos o los actos, que pudieron ser y, para fortuna o para desgracia no fueron; digo lo anterior porque las tres primeras Guadalajaras, de haber sido cada una de ellas donde originalmente estuvieron, no se sabe cómo hubieran sido, qué importancia hubieran tenido, hasta dónde hubieran crecido o si se hubieran quedado tan medianas como Nochistlán, hoy de Zacatecas; como Tacotlán, de Ixtlahuacán del Río y Tonalá.

Nuestra ciudad de Guadalajara se había asentado por cuarta vez y en definitiva en el lugar en el que ahora se encuentra, un 14 de febrero de 1542; su asentamiento fue a cordel a partir del epicentro que ya se ha señalado y que estaba donde ahora está el grupo escultórico que recuerda.

Gracias a su ubicación, nuestra Guadalajara desde siempre ha sido, es y será además de la capital de Jalisco y la cabeza de la conurbación que la rodea, la puerta y el puerto del occidente de nuestro país; el estar donde está, le ha dado el ser y el modo de ser. No es de extrañar, que en pleno virreinato se dijera que Guadalajara era la capital en lo civil, en lo judicial o en lo religioso de inmensas regiones, que hoy son diversos estados de la federación mexicana.

La fundación de nuestra ciudad: contiguo a ese centro estuvo la pequeña iglesia dedicada al copatrón de Guadalajara, me refiero al arcángel señor San Miguel; la capilleja era de techo de palapa, de ahí que no sea extraño que un mal día se quemara.

Nuestro don Pedro de Ayala, hombre infatigable e infatigado no consintió que su querida Guadalajara tuviera tan pobre templo, motivo por el que decidió construir una catedral de acuerdo al futuro de la comunidad guadalajarense; afortunadamente las gestiones realizadas ante el monarca español produjeron la Real Cédula de don Felipe II, quien en 8 de mayo de 1561...

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