Latir del corazón maya

AutorCecilia Núñez y Aggi Garduño

Enviadas

El esplendor colonial de Antigua lanza un hechizo casi imposible de librar. Pasar los días entre callejones empedrados, husmeando tras los portones de sus coloridas casonas es tentador, pero la promesa de llevarse el recuerdo del majestuoso paisaje del Lago Atitlán y convertirse en marchante del mercado maya de Chichicastenango termina por definir la ruta. Por carreteras sinuosas y envueltas en neblina, la curiosidad se convierte en la brújula más confiable de una travesía que fusiona historia, arquitectura barroca, bellezas naturales y esencia indígena.

Chichicastenango el mercado que siempre estuvo

Hay que recorrer una hora desde Panajachel, en las faldas del Lago Atitlán, para llegar al mercado de Chichi, como le dicen de cariño los guatemaltecos. Los jueves y domingos, a lo largo de unos 300 puestos, estalla una celebración de colores de textiles y flores, aromas a copal, hierbas medicinales, frutas y verduras, y la belleza de las artesanías de jade, plata, cuero, máscaras y huipiles.

Entre las iglesias de Santo Tomás y El Calvario, edificadas sobre antiguos templos mayas, se monta este mercado ancestral, que desde el siglo 16 es punto de reunión para el trueque y el comercio. Las iglesias, aún siendo católicas, siguen albergando ritos mayas de la comunidad quiché.

Lago de Atitlán zafiro profundo

Desde Antigua hacia el lago, el recorrido tiene un halo misterioso cortesía de la niebla de las montañas. Pero siempre hay un instante en el que se dispersa y entonces aparece Atitlán en todo su esplendor.

Hace unos 85...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR