El lento pasar del tiempo

AutorPatricia Miranda

Texto y fotos: Patricia Miranda

Enviada

PUERTO NATALES, Nueva Esperanza.- Su historia se ha tejido con madejas de la más pura lana, pues desde aquí solía exportarse a Europa la carne y las zaleas de cientos de ovejas.

Los codiciados productos eran tratados y procesados en un gran frigorífico, hoy convertido en singular museo y hotel de ultralujo.

Trabajo había de sobra. Así que pronto Natales, como le dicen de cariño, fue poblada por inmigrantes alemanes, ingleses, escoceses y por chilenos provenientes de Chiloé.

Ubicada tres horas al norte -por carretera- de la capital magallánica, Punta Arenas es hoy meca de excursionistas que desde aquí planean sus itinerarios.

De este pueblo pesquero parten no sólo a los cercanos parques nacionales Bernardo O'Higgins o Torres del Paine, sino también a las vecinas atracciones de la Patagonia argentina, como El Calafate, El Chaltén o el Glaciar Perito Moreno.

Es cierto, muchos la miran como un destino de paso. Sin embargo, hay quienes -poniendo pausa a su viaje-, en ella se han quedado. Hoy una joven francesa recibe a mochileros en el Melting Pot, su hostal.

Quien se tome una cerveza en el Bar Leprechaun, será atendido por su propietario: el famoso británico llamado "Slowly"; a quien los locales llaman así porque de recién llegado y tratando de entender el rapidísimo y cantaíto español chileno sólo atinaba a decir que "plis" le hablaran "slowly, slowly"...

"Despacio, despacio"... Así es como se debe pasear por la Plaza de Armas rodeada por una iglesia, un mural, el centro artesanal Ñandú, y casas transformadas en restaurantes.

Muy popular es la Mesita Grande, donde turistas comparten en una larga mesa charlas, ensaladas y pizzas. Aunque algunos lugareños coinciden en que las del restaurante Rustika son mucho más ricas. La Parrilla Don Jorge, y un buen cordero, así como la cervecería artesanal Baguales, apenas son una probadita de la oferta culinaria de Natales.

Un sinfín de comercios discurren por las calles, desde pequeñas tiendas de artesanía -invariablemente hay una tejedora dándole duro a las madejas de lana con gruesísimas agujas- hasta chocolaterías: Patagonia Dulce tienta con sus creaciones de cacao para beber y morder.

El tiempo parece correr lento y pocos caminan a prisa. Común es ver trotamundos entrando a una de las tantas agencias turísticas para comprar su tour del siguiente día; o al supermecado, para arrasar con las barras energéticas.

Si no lleva mochila a cuestas, aquí se identifica al...

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