Libran a niños de la adicción

AutorKaren Rojas

"No niño, trabaja", le dijo la anciana al pequeño que en el mercado San Juan de Dios, le pidió para un taco, no sin sentir una extraña turbación que la obligó a seguir recordando esa cara, esos ojos que encarnaban la soledad y el abandono.

Juan Andrés siguió su andar sin rumbo entre la gente, esperando algo de compasión para saciar el hambre. Las calles le eran ajenas y hostiles, el pequeño -originario de un poblado rural en Sinaloa-, se había condenado a la mendicidad por el remordimiento de haberle robado 50 pesos a su mamá.

El pequeño de 14 años de edad, tenía poco de haber llegado a las calles de la ciudad, en donde se unió a uno de los grupos de niños de la calle que deambulan por la zona de San Juan de Dios. Tuvo suerte, uno de los integrantes del grupo simpatizó con él y lo protegió de ésas que para el común de los seres que pretenden formar parte del clan, son las reglas de ingreso.

A las pocas semanas de caminar por ese mundo, Juan Andrés fue detectado por el grupo de voluntarios de la institución Mairo Don Bosco, que se dedica al rescate de niños de la calle. De nuevo, la suerte acompañó al pequeño, que fue convencido de abandonar las calles para ingresar a la Casa Mairo.

Su familia fue localizada, la madre de Juan Andrés se mostró feliz de saber el paradero de su hijo y proporcionó a la institución el teléfono de la abuela del pequeño, quien vive en esta ciudad y se mantiene con lo que gana cuidando unos baños públicos.

Cuando los "mairos" llevaron al niño con su abuela, las lágrimas de la mujer fueron incontenibles.

"Perdóname 'mijito', perdóname", gritaba entre sollozos cuando reconoció a aquél que semanas atrás, le había pedido para un taco y al que ella había tratado con desprecio.

Juan Andrés recuperó a su familia, a la que visitará cuando las vacaciones escolares se lo permitan; y es que, sus padres, campesinos, no cuentan con los recursos necesarios para costearle sus estudios, algo a lo que el niño no está dispuesto a renunciar y que la institución Mairo Don Bosco va a proporcionarle.

Una labor titánica

A veces es necesario ir por la noche en busca de alguno de los pequeños que de pronto pierden la batalla ante la fuerza de la adicción. Meterse a alguna de esas casas semidestruidas que abundan en la zona de San Juan de Dios; subir en medio de la obscuridad, cruzar azoteas hasta dar con el grupo de seres que aprovechan la noche para hacer de la droga su alimento.

Los voluntarios de la Casa Mairo Don Bosco, -institución...

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