Literatura sin edulcorantes

AutorRebeca Pérez Vega

A Erika Zepeda (Guadalajara, 1982) no le gustan los finales felices. La realidad no es necesariamente así y de alguna forma, la literatura tiene que registrarlo.

La autora, que se ha enfocado a la narrativa infantil y juvenil, considera que la literatura para niños y jóvenes no debe ser aleccionadora, ni dejar moralejas, sino contar historias emocionantes, que se salgan de los paisajes de los vampiros, magos y princesas.

"Hay dos grandes grupos de autores: los que escriben de manera tradicional, con la moraleja o el final feliz, pero también están los que proponen cosas distintas, que no se atienen a las estructuras, creo que yo me considero de estos últimos.

"Me interesa hablar de la muerte para niños, sobre el miedo, yo no quiero dejar moralejas, no me interesa un mensaje aleccionador", relata la autora que ha ganado varios premios literarios y ha sido becaria de varios programas nacionales.

Pero Zepeda llegó por azar a la literatura infantil y juvenil. Aunque estudio letras hispánicas, su primera intención era convertirse en maestra de español. Todo cambió cuando, a los 18 años, un libro le dio un giro inesperado a su vida

"Yo no me formé con literatura infantil, nunca tuve libros cerca, descubrí la literatura para niños ya estando en la universidad, yo quería ser maestra, pero a los 18 años leí por azar Cuento Negro para una Negra Noche, de Clayton Bess.

"Cuando terminé de leerlo dije 'no, este es un libro popular porque habla de la muerte, no es un libro sencillo como el cliché de la literatura infantil de princesas, de finales felices y moralejas', fue tan impresionante, un golpe tan fuerte, que decidí dedicarme a esto", apunta.

A los 21 escribió su primer libro Historias Galliniles, que le mereció Premio Nacional de...

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