Guadalupe Loaeza / ¡¡¡Papaloooootes!!!

AutorGuadalupe Loaeza

Hacía mucho tiempo que una noticia no me abrumaba tanto como la que escuché en el noticiario de Joaquín López Dóriga, el martes por la noche. Más que agobiarme la información, me indignó, pero sobre todo, hizo que me avergonzara por mi país, en el cual viven, más bien, sobreviven, millones de niños que trabajan. De acuerdo con la Secretaría del Trabajo, hay 5 millones de niños y de niñas que oscilan entre los seis y los 14 años y que hacen todo tipo de labores muchas veces no remuneradas. Tres millones de niños y de niñas son analfabetos y nunca han pisado una escuela. Muchos de ellos son explotados ya sea por su familia, o bien, por otras personas que los contratan, como es el caso de Rubén Chirinos, no mayor de ocho años, a quien entrevistaron en el noticiario. Rubén vende papalotes a la orilla de una carretera. Su patrón, que también vende papalotes, le da 20 pesos diarios a Rubén por trabajar de las tres de la tarde a las nueve de la noche. "Con el dinero ayudo a mi mamá", dice Rubén con unas manchas blancas en la cara que sugieren problemas de deficiencia de vitaminas. Por su parte, Maximino García de 10 años, vendedor de chicharrones, también entrevistado durante la emisión, asegura que no tiene tiempo de ir a la escuela a causa del trabajo, el cual le rinde 200 pesos a la semana. La miseria y circunstancia de explotación y marginación de ambos niños me recordaron al personaje de la novela de Dickens Oliver Twist, en la cual se narra las desventuras de un huérfano victoriano, en cuya época morían 15 por ciento de los niños al nacer. La diferencia de Rubén y de Maximino es que ellos dos sí existen de verdad en el siglo 21 y Oliver Twist, quien jamás existió, se convirtió en el ejemplo más fiel de la situación de miseria de la infancia inglesa del siglo 19. Es evidente que Dickens al describir a este huérfano critica y ataca la hipocresía de sus contemporáneos bien pensantes de finales de la década de 1830, justo en el comienzo del periodo de la reina Victoria. Gracias a estas críticas comenzaron a establecerse medidas sanitarias y de higiene. En 1833 se creó la segunda de una serie de regulaciones para el empleo infantil (Factory Act), que prohibía la contratación de menores de nueve años, restringía los horarios y obligaba a las empresas a proporcionar a estos niños asistencia escolar. Por eso, cuando Oliver Twist cumple nueve años, lo sacan de su casa y lo devuelven al hospicio. Allí lo ponen a la venta. El primer oficio que realiza...

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