Luis Rabinal González/ Infancia mexicana, a la deriva

AutorLuis Rabinal González

Juan y Chuy, padre e hijo, indios nahuas con nombre castellano. Su vida transcurrió en una comunidad situada en la Sierra de Manantlán, en el estado de Jalisco, lugar donde se nace, se vive y se muere pobre. Apartados, peor aun, ignorados del desarrollo, su pobreza es tan abrumadora que ni siquiera entre sus propiedades cuentan con un acta de nacimiento: no hay oficiales del Registro Civil allí donde viven; para acabar pronto, no hay energía eléctrica, transporte público, drenaje, agua potable, escuela, clínicas, en fin, no hay recurso alguno para satisfacer hambre, salud, vivienda digna o empleo. El pasado no desea recordarse, el futuro no existe, solamente cuenta el hoy.

Un día, como otro cualquiera, Chuy retoza en el patio de la muy modesta casa familiar; entre la tierra y los matorrales se ocupa de explotar el único tesoro que la pobreza no le pudo arrebatar: el juego y la fantasía. Chuy, Chuyito, mientras más juega más prieto se pone, acaba de cumplir dos años. Su chispa enciende el hogar, entusiasma a sus agobiados padres, detona esperanza; sus jocosas risotadas rescatan los escasos vestigios de alegría de una familia sumida en la marginación.

Así, está Chuyito, está ocupado en sus asuntos infantiles, y como algunos dirán: allí le llegó su destino. Víctima de la ponzoña de un arácnido, Chuyito empezó a mostrar los síntomas del envenenamiento; su padre, Juan, lo ha tomado en su regazo y a pata, porque no hay de otra en este lugar, corre por las veredas de esta sierra para alcanzar la más cercana comunidad en busca de atención médica. Al paso de cuatro horas ha logrado llegar a la primera clínica, donde Chuyito es recostado en una cama. "Juan, - le dice el pasante de medicina de la UdeG- su hijo está muerto".

Juan palideció, su mirada se perdió, su vida misma se desvaneció. El pasante omite decirle que en el dispensario no cuentan con los antídotos que hubiera requerido su hijo, ¿para qué decírselo?

El que escribe estas líneas recrea en su mente lo que bien pudiera haberse convertido en una fotografía histórica, como esas de Life; en ella aparecería esta imagen: Juan, un indio nahua, bajando de la sierra corriendo, con el rostro desencajado, llevando en su regazo a su pequeño hijo, ya muerto.

Quizá esta fotografía hubiera recorrido el mundo a una vertiginosa velocidad y junto a ella un pie de foto que pusiera la atención del planeta entero sobre los niños mexicanos. Quizá, periodistas, activistas y pensadores de aquí y de más allá...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR