Luis Rubio / De vuelta al pasado

AutorLuis Rubio

Justo cuando parecía que, con el gobierno de AMLO, muchos de los peores vicios del viejo sistema político mexicano serían erradicados por una administración que dice representar un nuevo régimen, el devenir cotidiano nos revela lo contrario, reproduciendo sus peores prácticas. Este reconocimiento me vino de la lectura de un libro extraordinario y aterrador al mismo tiempo: Medianoche en Chernobyl*, la historia de la explosión del epónimo reactor nuclear que no sólo mató a una infinidad de gente, sino que fue determinante en el fin del sistema soviético. Su lectura me recordó a un México que nunca se fue, pero que ahora ha regresado con bríos renovados.

Lo primero notable de la historia de Chernobyl es la sensación de autoridad moral. La burocracia, desde el secretario general del Partido Comunista hasta el inspector más modesto y, en este caso, incluyendo a los científicos nucleares, lo sabe todo, por lo que no requiere conocimiento adicional alguno. La autosuficiencia, y su hermana la arrogancia, dicta cada decisión, ignorando la realidad, las mediciones, las quejas de los involucrados o la evidencia más palpable. Me recuerda a los papás de los pobres niños con cáncer esperando su medicamento en el Hospital Federico Gómez.

Un segundo elemento es la falta de innovación. Los científicos diseñan un tipo de reactor y lo reproducen de manera sistemática para todas las regiones del país. Una vez que se llega a un diseño, éste es el que servirá a todos, sin mecanismos para mejorarlo o, incluso, superarlo. En lugar de que haya diversos diseños en competencia para elevar eficiencias, mejorar seguridad y reducir costos, la visión burocrática, siempre de túnel, lleva a su perpetuación. De esta manera, no sólo se hace imposible la mejora sistemática que es inherente a sistemas abiertos, típicos de Occidente, sino que cuando, como en este caso, se evidencia lo peligroso del diseño, todos los demás resultan vulnerables. Así funcionaba la CFE con sus termoeléctricas: una vez que existió un diseño aceptable para su burocracia, todas eran iguales. La innovación llegó con la apertura del sector. Si el México de hoy funcionara como la URSS de entonces, toda la economía sería de trapiches.

El manejo de la información es igualmente revelador. El gobierno de Gorbachov, que se decía de la apertura y que estaba deseoso de congraciarse con el resto del mundo, no supo cómo responder. Su instinto natural fue el de cerrar los ojos y no informar nada, aun...

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