Valdamientos/ La mano en el fuego

AutorJorge Valdano

Lo dramático de este nuevo episodio de Maradona es que lo esperábamos. Como sabemos de sobra que Diego vive al borde de un abismo, siempre hay una parte de nuestro cerebro que está a la espera de una posible noticia. Alejandro Dolina, un poeta argentino que es capaz de unir a los filósofos griegos con los profetas barriales, suele decir que por los amigos, hay que poner la mano en el fuego, aún sabiendo que nos vamos a quemar. Este artículo pone la mano en el fuego por Maradona, de manera que tendrá todos los vicios de la subjetividad: el del afecto, el de la admiración, el del deseo de que las cosas sean de otra manera.

La imaginación se resiste a verlo en un hospital porque a Diego es inevitable recordarlo en un campo de futbol. Su hábitat natural estaba en medio de una multitud, con un balón en su pie izquierdo: en esos momentos sublimes hinchaba su pecho de orgullo para convertir el futbol en arte... ganador. Era un superdotado que sólo se sentía libre, feliz y poderoso cuando empezaba el partido. Inventaba tantas cosas, que el futbol parecía siempre un juego recién estrenado. Nadie necesitó tan poco a sus compañeros. Si tenía que lanzar un tiro libre y alguien se le acercaba para colaborar diciéndole:"¿querés que pase por arriba del balón para distraer al arquero?". La respuesta era contundente: "No, porque me distraes a mi". Era él y el balón, contra todo el equipo contrario

Fue en las canchas donde se graduó de héroe. Hasta que el tiempo, que siempre vence, le quitó el balón, acabó el partido, y lo devolvió al mundo de la gente corriente. Esta demoledora noticia sobre el vuelco que dio la salud de Maradona, duele más porque sabemos que el balón ya no va a volver... La vida le regaló recuerdos que ya nos pertenecen a todos, pero el futuro tendrá que conquistarlo él, porque el corazón, que no discrimina entre famosos e ignotos, le acaba de advertir que es un hombre cualquiera. Precisamente Diego, el inmortal.

Entre el Diego de la "mano de dios" y este, que necesita que "dios le dé una mano", hay la misma distancia que existe entre la gloria y el drama. Se dijeron tantas cosas sobre Maradona que todas las palabras, todas las metáforas, todas las parábolas, le encajan a la perfección. El doctor Oliva, médico de la Selección Argentina en tiempos de César Luis Menotti, me dijo hace 20 años que Maradona era como los gatos "solo necesita comer y dormir para ser un portento físico". Francisco Umbral, que no sabe de futbol pero sabe de hombres...

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