Manuel J. Jáuregui/ Bien toreado y bien arrematado

AutorManuel J. Jáuregui

Una cosa bien hecha es una obra de arte: aunque sea jugar a las canicas. Decía Manolete que "Lo bien toreao, es lo bien arrematao" y ya sea en la tauromaquia, como en cualquier otra actividad, un trabajo bien iniciado y bien terminado merece reconocimiento.

Máxime cuando reviste la importancia de ser una labor de enorme trascendencia para la sociedad.

Por esto, por haber emprendido y concluido de manera brillante el desalojo de Ciudad Universitaria es que hoy, amables lectores, les proponemos nos acompañen en rendirle homenaje al General Francisco Arellano Noblecía.

En un operativo inteligentemente planteado, ejecutado de manera impecable por elementos de la Policía Federal Preventiva, sin UNA SOLA GOTA DE SANGRE derramada, el General Arellano restauró la fe de la ciudadanía en las instituciones de este País, al tiempo que reclamó para los genuinos estudiantes universitarios su casa de estudios.

Por supuesto que la meritoria acción del General Arellano y su mando parte de una iniciativa: está la decisión presidencial de desalojar las instalaciones tomadas de manera tan irracional por una turba que bien a bien no se sabe realmente qué pretendía con su actitud ilegal, cerrada y desafiante.

Misma que por dañina fue repudiada tanto por la ciudadanía como por los estudiantes, conscientes de que el propósito que los hace miembros de esa institución, y que es ESTUDIAR, no se estaba cumpliendo por haber sobrepuesto a éste otros intereses, presumiblemente de corte político, totalmente ajenos a la educación que los hijos de la UNAM buscan de su Alma Mater.

De manera que mucho mérito tiene también la decisión presidencial de utilizar -de manera muy acertada- la fuerza pública para restaurar el orden.

Distamos muchos de ser apólogos del régimen, mas en estricta justicia hay que reconocer lo que debe reconocerse, y en este caso específico el Presidente Zedillo fue prudente cuando debió ser prudente y firme cuando debió ser firme.

No obstante, esta iniciativa de no haber sido ejecutada con la templanza debida, pudo haber tenido otras -muy diferentes- terminaciones.

De ahí el indudable mérito del General Arellano Noblecía, quien tuvo bajo su responsabilidad el ejecutar la orden presidencial, la cual cumplió no sólo cabalmente, sino cubriendo de gloria a los elementos de la Preventiva Federal, organismo de reciente creación, integrada por elementos jóvenes, bien entrenados.

Para aquéllos que quieren revivir el fantasma de "Los Halcones" y que quisieran ver...

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