Manuel J. Jáuregui/ Práctica denigrante

AutorManuel J. Jáuregui

Corta es nuestra memoria como pueblo, por ello procede recordar y evocar hoy al más grande Canciller que ha tenido México en su historia, Don Genaro Estrada, quien le dio fondo y forma a la política exterior mexicana durante unos 70 años, hasta hace días, que nos convertimos en defensores del "Gorila" Chávez y críticos del dictador Castro.

Este largo y exitoso lapso, paradójicamente, transcurrió para México con sólo dos costosasexcepciones: una en 1976 con Echeverría, quien se metió a condenar al sionismo de Israel como nueva forma de colonialismo, lo cual le costó a nuestro país un boicot financiero internacional que nos postró, y otra cuando López Portillo reconoció (vía Castañeda Sr.) a la insurgencia nicaragüense.

En síntesis, la Doctrina Estrada implica laautodeterminación de los pueblos y, básicamente, le ordenaba al Servicio Exterior mexicano no entrometerse en los asuntos internos de otras naciones, evitando calificar a sus Gobiernos, desconociéndoles, reconociéndoles, aprobándoles o censurándoles.

Pocas personas conocen la esencia de esta filosofía de virtuosa neutralidad que nos guió en las aguas turbulentas del entorno exterior durante tanto tiempo, por ello y con su venia estimados amigos, hela aquí tal y como la manifestóun 27 de septiembre de 1930 Don Genaro:

"México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos (a los gobiernos de facto) porque considera que ésta es una práctica denigrante que, sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores puedan ser calificados, en cualquier sentido, por otros gobiernos quienes de hecho asumen una actitud de crítica al decidir, favorable o desfavorablemente, sobre la legalidad de regímenes extranjeros.

"En esta virtud, México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos y a continuar aceptando, cuando también lo considere procedente, a los similares agentes diplomáticos que las naciones respectivas tengan acreditadas en México, sin calificar (énfasis nuestro), ni precipitadamente ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener, o sustituir (énfasis nuestro) a sus gobiernos o autoridades".

Esta sana postura de no intromisión en los asuntos internos de otros países le sirvió y le sirvió bien a México durante 70 años.

La Doctrina Estrada, independientemente de la época o las...

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