Marco Cortés Guardado / El balcón

AutorMarco Cortés Guardado

La verdad no sé qué es más impactante: si el lamentable acontecimiento de una humilde mujer oaxaqueña que, víctima de la negligencia en los servicios públicos de salud tuvo que parir a su bebé en la calle, o el hecho mismo de que alguien le tomó una foto, supongo que con un celular, que luego circuló a nivel nacional y al final tuvo consecuencias inesperadas.

De no ser por la persona que reaccionó rápido con su celular, la cosa seguramente no hubiera pasado a mayores. La probable queja hubiera seguido el trámite del caso, éste se hubiera procesado como muchísimos más, y su final hubiera sido el archivo de las injusticias impunes; amén de que la negligencia del personal médico, que mandó a la señora a caminar a la calle en vez de internarla para trabajo de parto, quedaría igual, sin recibir una sanción, ya no digamos ejemplar, sino ni una levemente correctiva, cuando menos.

Pero no fue así esta vez, como no lo ha sido en muchas otras donde ha habido de por medio celulares con buenos reflejos. Fue tal el impacto de la foto que el mismo Gobernador del Estado tuvo que salir a dar la cara y pedir disculpas a la pobre mujer y a la sociedad en general por el grave acontecimiento, oportunamente retratado.

Este es un ejemplo más, entre miles, que juntos configuran algo de trascendencia histórica, algo que marca para dar un giro radical en la historia de la vida pública moderna y contemporánea. No digo nada nuevo, ciertamente. Todo el mundo sabe que las nuevas tecnologías de la información (ergo, los celulares e Internet) están cambiando la vida privada y la vida pública, e incluso que están borrando las fronteras entre ambas en una escala que nadie hubiera imaginado.

La noción de participación ciudadana está adquiriendo una connotación diferente gracias a las tecnologías de marras. El ciudadano puede acceder a flujos de información tan abundantes que las más de las veces lo desbordan. Bueno, los archivos secretos de las agencias norteamericanas de espionaje ya no lo son gracias al Internet (WikiLeaks).

De la misma manera, cualquier ciudadano puede poner a circular información concreta sobre acontecimientos relevantes, movilizando, así, a la opinión pública, brincándose todo tipo de censura política o poder fáctico. Gracias a ciudadanos concretos...

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