María Guadalupe Morfín Otero/ El reto de don Mariano

AutorMaría Guadalupe Morfín Otero

El genuino progreso sólo puede darse "en el bien de cada hombre". Son palabras de Mariano Azuela Güitrón, nuevo presidente del Poder Judicial de la Federación, cuyos nexos con tierras jaliscienses le vienen del abuelo. La veta artística de la familia no se agotó con el autor de Los de abajo. Está el escritor Arturo Azuela, y del mismo ministro se sabe que cultiva la pasión por el cine a tal grado que tiene una cineteca particular bajo generoso sistema de préstamos. Me encantaría saber cuáles son sus películas favoritas. Quizá entre ellas figure Los Duelistas, de Ridley Scott, donde se enfrentan en sucesivas etapas de sus vidas dos oficiales del imperio austrohúngaro. Uno de ellos es siempre el que reta a duelo, por vanidad o por capricho, al más joven. Lo va dejando malherido en cada encuentro, hasta que al final quien ha resistido los agravios resulta vencedor. La vida de su oponente está en sus manos y podrá imponerle su propio concepto del honor.

No creo que don Mariano tenga adversarios así. Pero goza ahora de una oportunidad inmejorable para llevar a término su nutrida carrera a favor de la justicia, bajo su propio rigor de hombre justo. Es la hora del honor de don Mariano. Otras lo han sido, pero ésta lo es más plenamente. Las palabras citadas corresponden al texto del voto particular que emitió al resolverse la controversia constitucional en materia indígena. Su opinión fue que la Suprema Corte de Justicia de la Nación tenía que haber atendido estas controversias "más allá de la problemática jurídica". Azuela cuestionó la decisión del Pleno de desechar las controversias no sólo porque no entró al estudio de los planteamientos de los demandantes, sino porque la Corte "renunció a sustentar los criterios trascendentes" que le habrían permitido aportar directrices importantes en materia constitucional relacionados con el tema indígena (nota de Jesús Aranda en La Jornada, 8/10/02).

Tener acceso a la justicia significa poder acercarse a las casas de la justicia (juzgados y tribunales) con la confianza de que las peticiones que se les formulen serán escuchadas, y sus argumentos estudiados con destreza técnica, para producir una resolución que restituya el bien perdido -dignidad, integridad, dinero, tierras, empleo, etcétera- y aleje la tentación de buscar "remedios" por la propia mano. El acceso a la justicia en un país como el nuestro no se mide por la cantidad de personas con recursos que pueden hacerse atender pronto. El indicador debe...

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