Maribel Domínguez: ¡Muchos pantalones!

AutorMiguel Ángel Briseño

Fotos: José Diego Gómez

A los 7 años, Maribel Domínguez se levantaba a las 6 de la mañana para jugar futbol a escondidas de sus padres, con sus hermanos Ramiro y Rolando. A los 13, ya le pagaban 5 pesos por gol con el Inter del Deportivo Tlaltenco y cada tarde regresaba con una ganancia promedio de 60 pesos que le servían para comer algo y cooperar con al ingreso familiar, constituido por nueve salarios mínimos conseguidos por sus hermanos.

A los 14, Maribel llegó a las Aztecas de San Lorenzo Tezonco y se convirtió en el blanco de los reclamos de las señoras contra las que jugaba, quienes celosas de la habilidad de la delantera intentaban insultarla diciéndole que era hombre.

A los 18, fue reclutada por el Club Laguna de la Liga de Cabeza de Juárez, de donde la convocaron para formar parte de la Selección Femenil del DF que compitió en la Olimpiada Nacional a los 19 años, donde fue campeona y monarca de goleo.

Y para seguir con los obstáculos, ni siquiera en las cascaritas de su barrio en el Valle de Chalco la dejaban jugar por ser mujer. Para librarla, un día decidió vestirse de hombre y hacerse llamar Mario y así pudo ganar infinidad de partidos durante todos esos años, engañando a todos.

Hay personas que tienen estrella para desempeñar alguna actividad. Maribel se adueña de la constelación entera cuando se trata de jugar futbol.

Los obstáculos que enfrentó la ídolo del futbol femenil, la única que anotó gol en Olímpicos y el estandarte del conjunto, no se limitan a las canchas de futbol, sino que también se extienden a los caminos que cruzó para llegar a ellas.

Su mamá, Juliana Castelán, le escondía los zapatos para que no pudiera jugar futbol. Desde un principio a la señora le molestó que Maribel escogiera el balón en vez de las muñecas. Además, sabía que su hija no tenía precisamente mucha vocación para el estudio y que si se distraía, aunque fuera un poco, el balón iba a seducirla. Finalmente, Maribel siempre encontraba la manera de salirse con la suya: decía que sólo iba a ver los partidos, pero en las canchas ya tenía quien le prestara los tachones e igual se lucía como goleadora.

El presentimiento de su mamá era cierto. Su sexto sentido no era equivocado, ya que su hija dejó la escuela. Maribel se quedó en segundo de secundaria y nunca recibió su certificado.

La mayoría de sus hermanos carecen de educación preparatoria. Incluso Fabián, el mayor de los nueve, se graduó a los 17 años de la primaria, debido a que pasó 6 de ellos...

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