Mario Arroyo / 50 años de oración

AutorMario Arroyo

Hace 50 años estuvo en México uno de los santos más representativos del siglo XX, San Josemaría Escrivá. Vino atraído, como tantos otros hombres de Dios, por la Virgen de Guadalupe. En efecto, como dijo León XIII, un Papa del siglo XIX refiriéndose al "hecho guadalupano": "no ha hecho cosa igual con otra nación". No son pocos los santos que han venido a postrarse a los pies de la Virgen.

San Josemaría lo hizo, y a 50 años de distancia podemos tener una cierta perspectiva para valorar los frutos de su oración ante la Virgen. ¿Qué ha sido de las intenciones que bullían en su interior y que de cierta forma le obligaron a dejar Roma y cruzar por primera vez el Atlántico para orar frente a la Tilma de Juan Diego? Sabemos que Dios no es el genio de la lámpara, atento a cumplir nuestros deseos, y que para Él "mil años son como un día y un día como mil años", pero también que siempre nos escucha, más si le hablamos a través de su Madre, como deja admirable testimonio el primero de sus milagros, según nos narra el evangelio. ¿Qué fue de esa oración? ¿Fue escuchada? ¿Tenemos alguna pista?

San Josemaría realizó una novena de oración en la antigua Basílica de Guadalupe del 16 al 24 de mayo de 1970. Testigos de esa novena fueron cinco personas, de las cuales solo una queda viva. Testigo privilegiado de aquella oración fue don Javier Echevarría, con el tiempo Obispo Prelado del Opus Dei, su segundo sucesor. A él personalmente le escuché alguna ocasión decir que fue una de las más, si no la más subida oración del santo. Él tuvo la clarividencia de transcribir la oración que San Josemaría iba haciendo en voz alta a la Virgen, intercalada entre los misterios del rosario que rezaban. Gracias a él sabemos algunas de las intenciones por las que San Josemaría pidió expresamente aquellos días.

A grandes rasgos, podrían resumirse en tres sus intenciones principales: la paz del mundo, la Iglesia y la institución por él fundada, el Opus Dei. Eran años difíciles de la Guerra Fría, donde las potencias mundiales enseñaban los músculos, haciendo amago de usar su poderío nuclear, o exportando la revolución a los confines del planeta. Eran los años de plomo del postconcilio, caracterizados por una dolorosísima pérdida de vocaciones. Cerca de 17 mil sacerdotes colgaron la sotana y 25...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR