Mario Arroyo / Después de la pandemia

AutorMario Arroyo

En la reciente encuesta Planning Quant sobre el impacto que ha tenido la pandemia en la sociedad mexicana, no deja de ser sorprendente uno de los datos duros que arrojaron las estadísticas: nada más terminar la cuarentena, uno de cada tres mexicanos aprovechará para asistir a la santa Misa. No es sólo el elevado porcentaje de personas que lo hará, sino que se configura en primerísimo lugar, incluso supera a la asistencia a eventos familiares y sociales, que alcanza el 24% o ir al cine que consigue únicamente un 14% de las preferencias. La asistencia a la eucaristía se posiciona en el primer lugar de las actividades que los mexicanos realizarán nada más superar la crisis del Covid-19.

Recientemente Francisco ha publicado un breve, pero hermoso libro, titulado La vida después de la pandemia, donde incluye las reflexiones, discursos y homilías que ha tenido con ocasión de esta tragedia para la humanidad. El sentido de publicarlo en el momento en que Italia se prepara para volver gradualmente a la normalidad es claro: aprovechar la lección; que la pandemia no nos deje igual que antes, sino golpeados -no podría ser de otro modo-, pero mejores. Que aprovechemos la contrariedad para superar algunos de los vicios endémicos de la sociedad, como pueden ser el individualismo, la superficialidad o el consumismo. La crisis nos ha ayudado a ser solidarios, ¡que no se pierda eso!, y también a descubrir dramáticamente la falsedad de nuestra presunta autosuficiencia: somos frágiles y necesitados de Dios, ¡no lo olvidemos!

La encuesta Planning Quant evidencia que, por lo menos en las intenciones, los mexicanos han aprendido la lección, o por lo menos parte de ella. ¿Por qué asistir a misa nada más terminar la pandemia?, ¿no hay cosas más urgentes? Urgentes seguro que sí, importantes no. Asistir a la eucaristía es fundamental para agradecer a Dios que estamos vivos, pedir por los que partieron, implorar ayuda por los que todavía luchan por su vida y los que pelean por la salud de la sociedad, y para pedir ayuda en el delicado momento de volver a la "normalidad", en medio de una gravísima crisis económica. Para dar testimonio de que Dios no nos ha abandonado en medio de la tormenta, y de que contamos con Él para retornar a nuestras actividades y asumir nuevos...

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