La menor importancia / «¡Vandalismo!»

AutorJosé Israel Carranza

Hay tres argumentos que esgrimen quienes reprueban que en una manifestación de protesta haya destrucción del mobiliario urbano y daños a edificios públicos y monumentos -también, en ocasiones, hay daños a negocios, pero estos suelen mover menos a escándalo, y la razón tiene que ver con el primer argumento-. La prensa, en general, hace eco a quienes protestan por las protestas, y para ello tiene siempre a la mano la acusación «¡Vandalismo!», lista para los titulares alarmistas del día siguiente y para que los opinadores en los noticieros la pronuncien con santa indignación.

El primer argumento es que aquello que se daña «es de todos». Que una parada de autobús, un bote de basura, una jardinera o una fachada se costearon con el erario. Sin embargo, este argumento rara vez se usa para exigir a la autoridad que mantenga en buen estado esos bienes: la destrucción y la inmundicia que imperan en el centro de Guadalajara no parecen preocuparnos sino hasta que alguna protesta agrega un puñado de pintas o alguna banca rota.

Segundo argumento: que hay que respetar los símbolos de la historia y del arte y del poder (arquitectura y estatuística, principalmente). ¡Con qué prontitud se enciende la sociedad cuando ve que le rayonearon a un prócer! Para lo que han servido esos próceres, habría que decir: para que nuestra historia...

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