La menor importancia / Inocentes

AutorJosé Israel Carranza

En las reacciones desconcertadas que han ido sucediéndose tras las decisiones con que está debutando el nuevo Gobierno federal -un Gobierno que, para llegar a serlo, se abanderó en la esperanza y la ilusión, esos alimentos con que tanto engordan la decepción y el chasco- hay un aire generalizado de inocencia resquebrajada. La militarización del País, la ocurrencia imperante como garantía de que en adelante habremos de ir acomodándonos a una economía descabellada, el desdén de siempre -refrendado ahora con cinismo- por la cultura y la educación, la relegación del respeto a los derechos humanos y a los derechos laborales, el tren y las políticas energéticas ecocidas, la inminente depauperación del agro, la opacidad y la arbitrariedad ahora disfrazadas de consultas públicas... Cuanto ha ido conociéndose va suscitando una perplejidad que tiene su antecedente directo en el entusiasmo recabado con tesón por el líder del partido triunfante a lo largo de 12 años.

¿En qué medida el resultado de la elección estuvo dictado por la inocencia? Podría pensarse que, tras décadas de presenciar el desastre, la inocencia -entendida como una forma de comprensión de la realidad- habría sido extirpada de la conciencia nacional. Pero ya se vio, entonces, y está viéndose más ahora que revienta por todos lados, que sigue...

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