La menor importancia / El inrisible

AutorJosé Israel Carranza

Al verse acorralado por su ignorancia, cuando la pregunta famosa por los tres libros, Peña Nieto acabó de hundirse gracias a su ineptitud. Otro más astuto habría saltado aquellas arenas movedizas de diferentes modos: con algún chiste, con alguna respuesta ingeniosa, incluso con cinismo. Pero no: al entonces candidato le bastaron su limitado léxico y su pánico escénico para enredarse y sumergirse en el ridículo (y no fue la única vez, abundaron las oportunidades para que mezclara la burrada con la tontería, y jamás las desaprovechó: nunca hubo, por lo visto, quién lo corrigiera).

Los ridículos en que incurre López Obrador tienen una mecánica distinta. Para empezar, sus ínfulas de historiador lo impulsan a esparcir, a la menor provocación (pero también sin que haga falta), el conocimiento que cree tener de datos y hechos, sobradito y socarrón, para aleccionar a la concurrencia. Es como un profesor terco, ideático y mamila que está seguro de sabérselas todas. A diferencia de su antecesor, se crece y se goza en la atención de la prensa y de las multitudes llevadas a aclamarlo a los mítines -nunca ha dejado de estar en campaña, y así seguirá hasta el fin de los tiempos-, y aunque su léxico también es bastante...

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