LA MENOR IMPORTANCIA / Ah, Vallejo

AutorJosé Israel Carranza

El anuncio de que Fernando Vallejo ganó este año el Premio FIL dejó, por lo visto, contentos a muchos, lo cual permite inferir que este escritor ha de tener muchos lectores (o admiradores, que no siempre son lo mismo), y también corroborar que las reacciones a noticias como ésta no tienen por qué ser diferentes de las que tienen lugar en competencias de otra naturaleza: cada quien tiene sus favoritos, y si éstos (la miss, el equipo de futbol, el cantante de La Academia) resultan triunfadores, sus porristas se llenan de alborozo, mientras sus detractores (que desde luego habrían preferido a una miss, a su juicio, menos guandaja, o ver chispeando de gloria los colores de la camiseta que han sudado desde chiquitos, o a su ruiseñor personal trinando para toda la eternidad) quedan con la boca aceda y comienzan a rumiar su disgusto y sus suspicacias. Y claro: los pareceres de quienes presenciamos estas cosas, fans de cualquier signo o meros espectadores sin razones para la congoja o el júbilo (es mi caso: la perseverancia en el desencanto), nada importan: total, Vallejo fue y Vallejo se queda. Y no tendría por qué ser de otra manera.

Yo he de confesar que he leído poco a este autor (pero, ¿por qué confesar?, si tampoco es manda), y seguramente sin la atención necesaria para poder decir algo medianamente razonable sobre su obra. Creo que a lo sumo dispongo de algunas reticencias o prejuicios respecto a su prestigio de misántropo, o acerca de sus pirotecnias biliosas y la delectación de la violencia que, entiendo, sus admiradores le...

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