La menor importancia / Vámonos

AutorJosé Israel Carranza

Quizás como mucha gente, pero no tanta como para que sea verdaderamente relevante, he estado preguntándome estos días por qué diablos sigo en Facebook. Veo a Zuckerberg pasmado en los interrogatorios tontolones a que lo han sometido en el Senado gringo, a raíz de que se supiera que los datos de millones de usuarios quedaron a disposición de una empresa para influir en la elección de Trump, y parece que ni siquiera hace falta esforzarse en fabricar memes: las preguntas y las respuestas, pero sobre todo las actitudes, dan idea de lo grotesca que ha llegado a ser la influencia de un solo hombre en la forma que el mundo tiene hoy en día. (El tipo, según una nota de The New York Times, en previsión de estas audiencias contrató a un equipo para recibir un entrenamiento exprés «en humildad y encanto»).

La trayectoria de este empresario «talentoso» -y ya tendríamos que ir revisando nuestras ideas acerca del talento, uno de esos gigantescos malentendidos que tienen al mundo podrido- habrá podido ser todo lo meteórica que se quiera, pero, como leí por ahí, el hecho es que lo llevó de crear una página para rankear el atractivo físico de las compañeras en la universidad a contribuir a meter a un fascista en la Casa Blanca. Y nomás de verlo, tan tieso y solo en el fondo de su desmesurada importancia, dan...

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