La menor importancia / Lo que se ve

AutorJosé Israel Carranza

Provenientes de un pasado regido por la imprevisión y la malhechura, y camino de un futuro en el que sólo nos esperan las consecuencias desastrosas de nuestra tontería, el presente que habitamos está estropeado, entre otras razones, por el hecho de que la realidad concreta, visible, tangible, flagrante, la tomamos siempre por un asunto opinable. Cuando la cosa retumba, y cuando retumba más todavía, lo que hacemos -bueno, voy a dejar aquí el uso de la primera persona del plural-, lo que hacen quienes tendrían que actuar es emitir sus pareceres y enzarzarse en discusiones menos o más histéricas, pero siempre inútiles; acusan y se defienden, fantasean o mienten, alardean de contar con pruebas para sus argumentos o ni siquiera eso les hace falta. Como si la realidad se acomodara a sus palabras nomás porque éstas son pronunciadas. Como si así se arreglaran las cosas.

Esto viene a cuento por lo que está pasando con el paso de la famosa tuneladora por las entrañas del Centro tapatío. Como dijo el Divo de Juárez en famosa ocasión, «lo que se ve no se pregunta». Y lo que hay es esto: antes de que la máquina pasara, no estaban ahí los daños que hoy se ven en los edificios que hay en el trayecto del tren -esa nueva costura horrorosa en el rostro del monstruo de Frankenstein que ya es la Ciudad...

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