Mexicar / Nachas de Barcelona

AutorEnrique Canales

Primero pido disculpas, en mi artículo del pasado jueves 2 de septiembre, mencioné que la novela Catch 22 de Heller se refería a la guerra de Vietnam, cuando la verdad es que se refería a un piloto temeroso de la Segunda Guerra Mundial. Conste, al cometer este error, no dije una mentira; dije una falsedad. Cuando los lectores me corrigen, aprendo gratis. Gracias.

Utilizo la palabra "nachas" en vez de la palabra "nalgas", pues las nachas parecen ser más decentes que las nalgas. Resulta que las autoridades de la supuesta moderna Barcelona han otorgado el derecho a las personas para andar libremente encueradas en la calle. Me imagino que esto lo aprendieron de alguna antigua o abandonada cultura o fue tal vez alguna de las conclusiones del Fórum Universal de las Culturas que están por clausurar.

Algunos de los catalanes que celebraron este nuevo derecho humano, dijeron con orgullo que este logro de Barcelona era "una primicia internacional". Con esto, están pretendiendo presumir que ellos son la punta de la civilización y que han logrado innovar algo de valor.

Siempre he estado a favor de seleccionar dentro de las culturas ancestrales y de las culturas vivas de todo lugar, aquellas costumbres de vivir o aquellas maneras de comer o de relacionarse que nos sirvan para vivir mejor. A los chinos no les copio su control de la natalidad, pero a los japoneses les copio sus sushis. A las culturas indígenas les copio el gusto por el huitlacoche y por los chapulines pero nunca su caciquismo. El fanatismo religioso jamás se lo copiaré a los islámicos chechenos. ¿De Barcelona nos convendrá copiar el derecho a caminar por las calles con las nachas al aire?

Es bueno inclusive experimentar nuevas libertades y nuevas maneras de relacionarnos. Soy conservador en cuanto conservo las costumbres y los cultivos culturales que nos convienen; pero soy liberal en cuanto que no me interesa guardar tradiciones inservibles y siempre me interesa cuestionar e innovar nuestra forma de vivir y convivir.

Decía Azorín: "lo nuevo no es un valor". Lo nuevo tiene que demostrar que trae algo que valga la pena. ¿Servirá algo al cuerpo o al espíritu encuerarse en la calle? ¿Encuerarse en público será una progresión o una regresión, considerando que los apaches norteños así andábamos antes de que llegaran los españoles a taparnos las vergüenzas?

Algunos barceloneses por aburridos y falta...

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