Desde mi Ladera/ El milagro de la Navidad

AutorJuan López

Yo creo que la oración navideña obliga a PLATICAR con un perito en la materia y, por lo mismo, me he acercado al ilustre don fray Justo Pérez de Urbel y le he pedido que PLATIQUEMOS, siquiera sean unos minutos, para que nuestros lectores tengan la posibilidad de leer en estos renglones algunos conceptos sobre fecha tan contada como es la Navidad.

Al efecto anterior, fray Justo me ha dicho: Para cumplir el decreto de Augusto de inscribirse en los registros públicos, José el carpintero, acompañado de María, su esposa, abandona su casita de Nazaret. Cuatro días marcha, desde las montañas de Zabulón hasta el corazón de la Judea, azotado el rostro por el viento afilado del Líbano, heridos los pies por la aspereza de los caminos helados.

Primero, las llanuras de Esdrelón, que les dejaba en los límites de Samaria; después En-Gannim, Síquem... Pasaban al lado de las torres de Sión y algo después divisaban las primeras casas de Belén, la ciudad de David, allí se dirigían los dos nazarenos, porque ambos eran "de la casa y familia de David", que mil años antes había apacentado sus rebaños en los campos betlemitas.

Atravesaron el valle fértil donde estuvo en otro tiempo el dominio de Booz y de José, subieron una colina blanca y suave y, en el momento en que agonizaba la tarde, se detuvieron delante de khan, un edificio rodeado de portales, con un gran patio central donde se amontonaban las caballerías.

La gente gritaba, discurría ligera de un lado a otro, se saludaba a voz en cuello, cantaba, bromeaba. José abriose paso entre la multitud no sin prever una desagradable acogida. "María, encinta -pensaba-; y esto parece atestado de extranjeros." Y así fue; una y otra vez le dijeron "que no había lugar para ellos". Insistió, suplico; todo inútil.

Allí, cerca de la posada, abierta en la montaña calcárea, le señalaron una gruta que estaba habilitada para establo. Es el único refugio que pudieron encontrar los dos viajeros de Nazaret. En él, desprovista de toda asistencia, en una noche de invierno, entre el mirar asustadizo de las mansas bestias, llegole a María la hora de dar a luz, y al filo de la medianoche, de una noche fría y oscura, nació el que es "la Luz del Mundo".

Un albergue pobre, destartalado y lleno de telarañas fue el primer palacio de Jesús en la tierra; un pesebre sucio, su primera cuna; un asno y un buey, según la vieja tradición, los que le calentaron con su aliento, "y María -dice San Lucasle envolvió en pañales y se reclinó en un...

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