MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Si pudiéramos escuchar lo que las tumbas dicen, esto es lo que oiríamos:

"...En los sepulcros de los reyes medievales aparecía su estatua, yacente sobre la losa de la tumba. El monarca podía haber muerto viejo ya, decrépito y consumido por los años; o quizá le arrebató la vida un mal que lo dejó contrahecho, deformado por llagas o bubas purulentas. Sin embargo en la efigie funeraria el difunto aparecía siempre bello y joven, como fue en la flor de edad.

"...Los anónimos escultores no adulaban. ¿A qué adular a un muerto? Querían significar que la muerte del ser querido debe borrar en...

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