MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Lo conocí en el tiempo en que don Rogelio Cantú y don Francisco Cerda impartían su magisterio en aquella gran escuela de periodismo que fue El Porvenir de Monterrey.

Gentil y amable, suave de voz y firme de principios, aprendió el oficio de periodista donde todos lo aprendíamos: en el café, en la calle, en los libros, en la redacción. Mayor que yo en años, mucho mayor que yo en saberes, me dio desde el principio su amistad y sus consejos. Cada charla con él era una cátedra. Pozo de sabiduría, a nadie le negaba su agua.

Hugo L. del Río. Su inquietud y sus méritos lo llevaron a la Ciudad de México. Ahí volví a encontrarlo años después, al lado de don Julio Scherer. Cuando el manotazo de Echeverría a Excélsior fui a mostrarle a don Julio mi...

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