MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

San Francisco de Asís amaba a Dios en sus criaturas. ¿Acaso hay un modo mejor de amarlo? Se encendía en amor al contemplarlas, tanto que -dice una leyenda- de él brotaban llamas, y un ángel tenía que venir a apagárselas para que no fuera a incendiar con ellas el convento.

Tomasso da Celano nos cuenta en su "Primera Vida", biografía de San Francisco, que el Poverello le pidió a un hombre justo, Juan de Grecio, que pusiera en su casa un pesebre de paja, con un asno y un buey, a fin de recordar que el Salvador del mundo había querido nacer en la pobreza. Comieron de aquella paja las humildes bestias. Pero en vez de acabarse...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR