MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

A los 50 años John Dee fue padre

por primera vez.

La gente murmuró: tener medio siglo de

edad en ese tiempo era ya ser un anciano.

El filósofo, sin embargo, reía de los dichos de

la gente. Conocía bien a su mujer, y además

el niño era su vivísimo retrato. Estaba

orgulloso de él. No acostumbraba ir a la

iglesia, pero ahora jamás faltaba a la misa del

domingo para que todos vieran al pequeño,

que con su carita rubicunda y sus cabellos

de oro parecía un querubín.

El sabio olvidó todas sus sabidurías. La

servidumbre de la casa reía al ver cómo su

amo, el hombre más erudito de Inglaterra, se

ponía a gatas para servir de caballito al niño.

El autor de tantas obras escritas en latín y

griego, en lengua arábiga y hebreo, decía

ufano:

-Ésta es mi obra maestra.

Cierto día alguien le preguntó a John Dee:

...

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