MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Granizó ayer en el Potrero de Ábrego.

Dimos gracias a Dios, a San Pedro, a San Isidro Labrador y a Nuestra Señora de la Luz porque el granizo no cayó en las huertas ni en los sembradíos. Se abatió en la sierra y la pintó de blanco, de modo que el alto monte llamado Coahuilón parecía volcán nevado.

Llegará el sol y fundirá el granizo.

El agua clara nutrirá los senos de la tierra, y llegará a nosotros convertida en manantial. Beberán de ella los árboles que nos dan su fruto y la hierba que alimenta a nuestros animales. El granizo, maldición casi siempre, fue esta vez una agradecida bendición.

Hay en los cielos...

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