MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Jean Cusset, ateo todo el año menos en primavera, dio un sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:

-Algunas religiones odian la felicidad. A la alegría y la dicha las ven como pecados. Imputan a los hombres una culpa de origen que los condena a un castigo eterno; predican una vida de sufrimiento y sacrificios y les ofrecen una salvación por la cual deben pagar igual que por una mercancía.

-Creo, sin embargo -siguió diciendo Jean Cusset-, que nacemos con la vocación del bien y de la felicidad. Una bella religión, por tanto, sería aquélla que nos enseñara a ser felices siendo buenos con nosotros mismos y con los demás. En el bien es donde debemos...

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