MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

San Virila pensó que el día se presentaba bien. Le dolía una muela, es cierto, pero el planeta seguía dando vueltas como siempre, había aire para que respirara todo mundo y el sol estaba en su lugar.

Salió de su convento aquel alegre santo que amaba a las creaturas por el Creador y al Creador por sus creaturas. En las calles de la aldea se cruzó con tres mujeres que lucían, felices, las evidentes señas de un próspero embarazo.

-¡Caramba!, exclamó San Virila jubiloso. ¡Tres veces nos está...

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