MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

San Virila iba por el camino hacia la aldea.

Era invierno. Caía la nevisca y soplaba un cierzo cruel que congelaba hasta a las piedras.

En el medio del campo San Virila vio a una oveja que temblaba de frío porque su lana le había sido sido esquilada.

En eso pasó el rey con su cortejo. No tenía frío el soberano, pues se cubría con un grueso abrigo de lana.

San Virila hizo un ademán y la lana de que estaba hecho el abrigo del monarca salió de la prenda y fue a cubrir a la oveja. El animalito dejó de tiritar y se durmió plácidamente con el calorcillo que invadió su cuerpo.

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