Mirador

AutorArmando Fuentes Aguirre

Tomo un avión que me llevará de Chihuahua a Torreón. Va a amanecer apenas. El último viento de la noche se despide agitando en los sicomoros las hojas del otoño.

Sube el avión. Abajo, las luces de la ciudad aún dormida parecen una asamblea de cocuyos. Arriba el sol, cocuyo majestuoso, empieza a aparecer, triunfal como la vida.

Por la noche me doy un regalo a mí mismo: voy a Parras. En una añosa huerta bebo el cálido vino cordialísimo de esa ciudad amable, vino de uva que sirve para que Dios se haga hombre y para que los hombres nos sintamos un poquitito...

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