Mónica Pérez Taylor/ 2020: Odisea tapatía

AutorMónica Pérez Taylor

Vivir en esta ciudad requiere de buen entrenamiento, lástima que ya no podamos hacer ejercicio al aire libre, pues aunque techaron el bosque (también el Centro Histórico) después de horas para poder llegar, no hay donde estacionarse. Con el neblumo, las explosiones en los fraudulentos rellenos sanitarios, el hundimiento de los nodos viales construidos a finales del siglo pasado, el nacimiento del volcán en el Cerro del Cuatro, el éxodo masivo de los ribereños de Chapala y el triple hoy no circula, no dan ganas de salir de casa. Creo que con cuidar a mis nietos, hacer el quehacer del hogar y con las largas filas para conseguir un poco de agua es suficiente ejercicio.

Se cumplieron 100 días seguidos de contingencia ambiental en la zona metropolitana de Guadalajara, lástima que los festejos se vieran opacados por el fallecimiento de la última palma sobreviviente de Avenida Patria. En el sepelio se vio a un abatido ex Presidente Municipal que casi nadie reconoció pues iba disfrazado de pipa de agua, y con discreción se acercó a echarle un último chorrito a la digna palma antes de que fuera incinerada. De cualquier manera, por la Avenida Juárez la gente aplaudió una legión de jóvenes bellos y deportistas que lucían la última novedad en máscaras antigases y las más sofisticadas armas para combatir a los progresistas defensores del medio ambiente.

Qué tal eso de ser abuela ¿eh?, ahí es cuando...

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