Muralla de arena

AutorEdgar Contreras

MÉXICO.- Estados Unidos puso su muro y México no pudo derribarlo.

No hay una victoria más placentera para el mexicano que contra los estadounidenses ni partido más cargado de simbolismos, pero el Clásico de la Concacaf culminó 1-1 ayer en el Estadio Azteca.

La jornada comenzó con la hermandad entre ambas aficiones por su aversión hacia Donald Trump, pero culminó con los estadounidenses festejando el punto y los mexicanos caminando cabizbajos.

El triunfo era un obsequio que Juan Carlos Osorio y el Tricolor se habían planteado para la afición, el detalle que faltaba para la total reconquista.

Pero Estados Unidos se atrincheró. Su propuesta futbolística contrastó con las partituras de Michael Bradley y Carlos Vela.

Si algo buscaban los visitantes era un gol tempranero, un error como el de Javier Hernández, quien en su intento por retrasar el esférico asistió a Bradley, quien desde tres cuartos de cancha clareó a Guillermo Ochoa.

Lo curioso es que con el gol en contra México ganó en la cancha, cuando los jugadores gesticularon que había que tener calma, y en la tribuna, cuando la gente ondeó con más energía las bufandas verdes.

Semejante serenidad sólo podía seguir un cauce, ése que nació en los guantes de Guillermo Ochoa, de ágil reacción para asistir a "Chicharito" en un contragolpe, quien le hizo un túnel a Kellyn Acosta antes de servir para Vela. El de la Real Sociedad sembró a DaMarcus Beasley y a Acosta antes del zurdazo decisivo.

Fue la reconciliación del delantero con México. Besó el escudo en la celebración y fue correspondido por la gente, que coreó su apellido.

Héctor Herrera manejó los hilos del Tricolor, pero faltó otro futbolista con la claridad que exhibió el del Porto, siempre pegándole de tres dedos al balón para que el efecto fuera hacia al ataque. En el complemento reventó el travesaño, pero Bradley, ése mediocampista que tomó la estafeta de Donovan, respondió con un violento disparo al poste izquierdo.

Estados Unidos se alió con el reloj. Javier Hernández hasta le exigió al portero Brad Guzan el Fair Play para acelerar los despejes, pero su petición tuvo tanto eco como la del sonido local al pedirle a los asistentes que no gritaran el "ehhh... puto".

En todos los desbordes por línea final, México evitó el centro por aire y ése fue el último pecado, pues la afición se levantó de las butacas para impulsar en el tiro de esquina al 93', pero el Tri cobró retrasado y acabó el partido.

El silbatazo final dejó a Estados Unidos con...

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