Entrevista / Verónica Murguía / Conquista escritora universo medieval

AutorMURAL - Staff

El universo de la fantasía es donde la escritora mexicana Verónica Murguía se desenvuelve mejor, donde se siente a sus anchas, como ella dice.

En ese universo fue donde construyó las tierras medievales en las que se desarrolla su novela Loba, con la que obtuvo el Premio Internacional de Literatura Juvenil Gran Angular 2013 de la Editorial SM, uno de los más importantes de su género y que por primera vez recayó en México.

"Esos símbolos son los que más amo. Fui tras unos paisajes neblinosos y, no sé, brillos de armaduras en el bosque; el rechinar de los arreos de los caballos, chapoteos de barcos un poco primitivos en un río, un dragón, todo lo que me gusta imaginar".

Murguía ha publicado otros libros de literatura infantil y juvenil cargados de fantasía, como Los Niños Voladores, Mi Monstruo Mandarino, Nueve Patas, El Ángel de Nicolás, El Fuego Verde y Auliya.

¿Cómo define la literatura fantástica y cuál es el encanto de este género que ha seducido por siglos a los lectores?

La verdad es que la "literatura fantástica" es una etiqueta más o menos reciente. Ésa fue, durante siglos, la única literatura. Con esto quiero decir que, por ejemplo, las apariciones de hombres lobo en el Satiricón de Tito Petronio, o para dar un ejemplo más venerable, la bruja, los fantasmas, el Cíclope y las sirenas en la Odisea no convertían esas obras en algo inferior al realismo, que, además, no existía.

Creo que la literatura fantástica es la que se alimenta con descaro de nuestra imaginación. Su encanto es que, como escribió Salustio, hay mucha verdad en las cosas que "no ocurrieron jamás, pero son siempre", epígrafe de un famoso libro de Roberto Calasso.

Magos, princesas, castillos o bestias mitológicas como dragones y unicornios son aparentemente conceptos lejanos a nuestra tradición. ¿En qué momento entra usted en contacto con esa cultura más europea?

Debido a mi biografía, al azar más puro, comencé a leer libros de caballería, a Ariosto y a Chaucer desde chica. Claro: no entendí nada, pero me fascinó.

Tal vez esa cultura es más nuestra de lo que sospechamos y quizá sí sea parte de nuestra tradición: ahí están Tirant Lo Blanc, el Amadís, la Celestina. Todo eso lo leímos en la prepa, pero en medio del relajo de Química y Matemáticas, Biología y el recreo de las doce.

Se necesitaba ser una lela para ligar y para todo lo demás, como fui yo, para buscar refugio en el Cid.

¿Por qué decide ubicar su novela en ese universo?

La respuesta es simple y complicada al...

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