Myriam Vachez / El fanatismo

AutorMyriam Vachez

"Donde tenemos razón, no pueden crecer flores".

Yehuda Amihai, citado por Amos Oz.

Los fanatismos, fundamentalismos, extremismos, integrismos, como quiera que se les llame, del color que sean, por la causa o la religión que sea, comparten, todos, el mismo calificativo: son horripilantes. Y la mismas características: producen intolerancia, rechazo, obnubilación de la conciencia, odio y en última instancia, muerte. Ahora le tocó a Noruega padecerlos en una versión digna de película de terror, sobre todo en la parte de la persecución y asesinato sistemático de adolescentes en la isla de Utoeya a manos de un hombre disfrazado de policía. ¿Un desequilibrado? ¿Un enfermo mental? Ciertamente, pero todo fanático, fundamentalista, extremista, integrista puede -cuando su convicción es absoluta, cuando su rebelión contra lo que lo indigna se vuelve excesiva- caer con la mayor facilidad en esa categoría y luego argumentar con la mayor coherencia que su intención al pasar al acto era simplemente hacerle un bien a la Nación, en este caso, o a Dios o a la humanidad, dependiendo.

Como prueba de que todos los fanatismos son iguales baste ver la confusión que se produce en cuanto vuela un edificio, un Metro, un coche bomba. En Madrid, hace unos años, lo primero que todos pensaron era que los atentados en los trenes eran obra de la ETA para luego concluir que habían sido perpetrados por grupos islamistas. En Oslo, el viernes pasado, tanto la Policía noruega como gran parte del mundo pensó primero en "la nebulosa Al Qaeda", incluso se argumentaron varias razones para llegar a esta conclusión, razones tan evidentes como el hecho que Noruega, como miembro de la OTAN, participa en la guerra en Afganistán y en Libia y que ya había recibido amenazas de grupos islamistas.

Pues sí pero no: al avanzar la investigación resulta que se trata de un (o quizá varios) extremista de derecha, fundamentalista cristiano, racista; en fin, un blanco, noruego de pura cepa, que rechaza el multiculturalismo. Probablemente no odie particularmente a los negros, a los morenos, a los no cristianos, mientras se mantengan en su lugar de origen. Lo que le molesta son los inmigrados musulmanes y, por tanto, al gobierno de izquierda demasiado tolerante que les da...

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