Myriam Vachez / Irán: prueba de fuerza

AutorMyriam Vachez

Tras el mortífero atentado suicida del domingo 18, en contra de altos dirigentes de los Guardianes de la Revolución, el Gobierno y la televisión oficial iraníes acusaron a los Estados Unidos e Inglaterra de estar implicados en el acto terrorista. Por increíble e ilógico que parezca, eso declararon, barriendo con sus palabras los intentos de acercamiento y de diálogo que ha propiciado Obama. Incluso dijeron que la famosa "mano tendida" del Presidente estadounidense se había quemado con este atentado.

¿Absurdo? Totalmente, y más cuando un día después, iniciaban las pláticas en Viena, en la sede de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), con el fin de concretar lo acordado en Ginebra el 1 de octubre, donde, para sorpresa de todos, Irán aceptó firmar con las cinco potencias del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, un "acuerdo de principio" sobre el enriquecimiento en el extranjero del uranio iraní para fines civiles.

Al llegar a la mesa vienesa de negociación, integrada por expertos franceses, estadounidenses, rusos y de la propia AIEA, Irán estableció de inmediato sus condiciones, la primera, que no negociaría directamente con Francia debido a un viejo asunto, que data de tiempos del Sha, en el cual se acusa a Francia de no haber cumplido con la entrega de ciertos materiales nucleares prometidos a Irán. Otra incongruencia, porque Francia es el país que, según el acuerdo de Ginebra, se va a encargar de enriquecer el uranio proveniente de Irán.

La segunda condición es el mantenimiento de sus centrales nucleares. Irán seguirá enriqueciendo uranio al 5 por ciento (bajo estricta vigilancia de la AIEA), para luego enviarlo a Rusia (para ser enriquecido hasta al 20 por ciento) y finalmente a Francia donde se convertirá, enriquecido al 60 por ciento, en combustible. El uranio será devuelto a Teherán para alimentar su reactor y fabricar radioisótopos para uso médico.

Este largo camino del átomo iraní parece algo tortuoso, pero es lo único que aceptó el Gobierno de Ahmadinejad porque le permite quedar bien con Occidente, sin dar muestras de debilidad ante la población pues sus centrales nucleares seguirán trabajando y, por lo tanto, su soberanía y su fuerza siguen aparentemente...

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