Myriam Vachez / La mente misteriosa

AutorMyriam Vachez

Una persona me relataba emocionada lo que llama sus "viajes astrales": "Entro en un lugar nuevo y sé que ya estuve ahí. Y lo que dice alguien en ese momento, ya sabía que lo iba a decir; incluso -agregó, ya en pleno entusiasmo-, te podría describir lo que hay atrás de mí sin haber siquiera volteado a verlo".

"Eso -dije secamente-, por lo menos hasta antes de llegar a la parte donde puedes describir algo sin verlo, tiene nombre: se llama déjà vu y es un fenómeno neurológico muy estudiado. Sucede cuando, por alguna circunstancia, se da un pequeñísimo desfase de milésimas de segundo entre lo que tus ojos o tus oídos captan y la toma de consciencia de lo que captan, algo que, normalmente, es prácticamente simultáneo".

Ante su expresión de decepción, me arrepentí de haber sido tan brusca, pero lo cierto es que considero que el cerebro es tan maravilloso, tan complicado, aún tan desconocido, que basta en sí y por sí para, al tratar de adentrarnos en su funcionamiento, proporcionarnos la dosis de misterio que muchos o todos necesitamos. ¡Sin contar los debates filosóficos y hasta religiosos que suelen suceder a ciertos descubrimientos sobre su impresionante actividad!

Un ejemplo: visitaba a una enferma que tuvo un pequeño accidente vascular cerebral. Cuando el médico le pidió que le diera la mano izquierda, ella no se movió. El médico reiteró su petición y la paciente contestó molesta: "Pero si se la acabo de dar". Esto me alarmó mucho, al pensar en la magnitud del daño cerebral que sufría, pero al poco tiempo leí en la revista Science algo que me pareció extraordinario: un equipo de neurocientíficos descubrió que algunas estructuras cerebrales engendran intenciones de movimiento y otras producen la ilusión de que este movimiento se ha realizado.

En casos similares al que relato, notaron que el paciente afirmaba haberse movido cuando no había movimiento alguno; en otros, había movimientos y el paciente aseguraba que no se había movido. La lectura de las zonas del cerebro que se activaban en ambos casos los llevó a concluir que la intención y la consciencia dependen de entidades distintas del cerebro. "Esto significa, explica una de las científicas del equipo, que no es porque me muevo que tengo consciencia del movimiento, sino porque tuve la intención previa de...

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