Myriam Vachez Plagnol/ ¿Nuestros genes nos manejan?

AutorMyriam Vachez Plagnol

Revuelo en la comunidad internacional "enterada" del nacimiento de ¡un changuito clonado! ¡Ahora sí nos estamos acercando!

Precisión de los científicos: no se trata de una clonación directa como la de la borrega Dolly, en este caso el changuito tiene papá y mamá; aquí lo que se hizo fue partir el óvulo fecundado en cuatro, es decir, se trató de crear cuatrillizos, aunque sólo uno sobrevivió. Pero, nota, ya se han clonado otras especies: bovinos, ratones, cabras; es más, se obtuvieron por clonación directa cuatro borreguitos, esos sí "hijos" o clones de una sola madre, aunque curiosamente los cuatro presentan características físicas, e incluso de carácter, diferentes.

¿Qué pasó?, ¿cómo es posible si los cuatro borregos tienen exactamente la misma estructura genética?, ¿qué pasa entonces con la gran idea del siglo: el determinismo genético? El determinismo genético que tanto explica, que tanto justifica incluso en la impartición de justicia: el asesino a sangre fría lo es porque tiene un gen "de maldad" heredado. ¿Y el alcohólico? Ni se diga, ¡pobre!, ¿qué puede hacer si heredó el gen del alcoholismo de alguno de sus antepasados?

Desde los chícharos de Mendel y la mosca de Morgan, hasta que se descubrió que los genes son "portados" por una molécula química particular (el ADN: verdadero símbolo del mundo de lo vivo), cuyo papel es el de contener la información necesaria para la síntesis de todas las proteínas celulares, el auge de la biología molecular hizo de dicha información, es decir del texto que cargan los genes, el nuevo fundamento del orden en los seres vivos.

Si el concepto de gen ocupa a lo largo del Siglo 20 un lugar tan importante, no es porque resuelve un problema abstracto -el de los mecanismos que permiten la reproducción de los organismos vivos de manera que las generaciones sucesivas se parezcan-, sino porque se pensó que se podían relacionar directamente las características de uno o varios genes con características físicas o mentales del ser humano (color de los ojos o algunas enfermedades sí, pero también inteligencia).

Así, el destino no sólo físico sino también emocional, el comportamiento de cada individuo parecía fijado, al menos en parte, en la estructura de sus genes. ¡Fascinante! Y lo mejor era que esa estructura era como un texto, ¡se podía leer! Con la búsqueda de los cromosomas del crimen o de los genes de la agresividad, el libre albedrío humano le iba cediendo el paso al determinismo genético. Resulta difícil...

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