Myriam Vachez / ¿México o Afganistán?

AutorMyriam Vachez

Nunca he creído ser la persona más indicada para hablar de las luchas de las mujeres mexicanas por lograr mejores condiciones de vida, igualdad laboral, igualdad jurídica y reconocimiento a su trabajo.

Confieso, y no me enorgullece hacerlo, porque admiro a aquellas -y aquellos- que dedican su vida a denunciar la discriminación y pelear por la equidad, que a pesar de conocer los problemas a los que se enfrentan las mujeres en nuestro país no he participado en sus luchas ni hablado mucho de ellas porque siento, honestamente, que no las encarno. Y no las encarno, simplemente porque soy y siempre he sido una privilegiada: nací y crecí en un hogar, en un ambiente donde la mujer y el hombre eran considerados exactamente iguales.

Hijos e hijas teníamos las mismas obligaciones, los mismos e idénticos derechos y se nos dieron las mismas oportunidades. De todo lo anterior se puede concluir que no soy una feminista en el sentido que se le daba a este término en los años setenta, pero sí creo profundamente en la igualdad, no en la superioridad o la inferioridad, sino en la mera igualdad, a nombre de la simple justicia.

En cambio, sí he escrito en esta columna, en reiteradas ocasiones, sobre el horror de los llamados "crímenes de honor" en los países islámicos. Recuerdo haber relatado con la mayor indignación el caso de una joven jordana quien, tras ser violada por su tío, fue asesinada por su hermano para lavar el deshonor en el que había caído la familia. También he escrito sobre diversos casos de mujeres lapidadas o condenadas a serlo por haber cometido adulterio, según lo estipula una ley, la sharia, producto del integrismo islamista más obtuso y, a mi entender, totalmente inadmisible en esta época de derechos humanos universales.

Pero hoy me percaté de que, al criticar los excesos de la ley islámica, estaba simplemente "viendo la paja en el ojo ajeno": con el mismo horror que me suscita el caso de las musulmanas lapidadas y con el mayor de los desconciertos, leo que en nuestro propio país, en al menos 14 Estados, las leyes aún consideran que el asesinato de una mujer por su marido merece atenuantes cuando éste demuestra que cometió el homicidio por una "cuestión de honor" (Público, 6/10/09). En algunos de estos Estados, el marido ofendido porque su mujer...

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