Ni en sus narices localizan a joven

AutorEnrique Osorio

Setenta días en un verdadero infierno. Eso tuvo que pasar una familia debido a la ineficiencia de las autoridades.

Carlos Andrés Sánchez López, de 32 años, desapareció de su domicilio en Loma Dorada, en Tonalá, la noche del pasado 22 de enero.

Don Carlos, su padre, asegura que interpusieron la denuncia tres días después y él acudía cada semana al Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) a ver fotos de personas sin localizar, a preguntar si había alguna coincidencia entre su ADN y la de alguno de los cadáveres que tenían en la morgue. Pero nada.

También cuestionaba al personal de la Fiscalía del Estado (FE) cada siete días y, pese a que le cambiaron de agente investigador cuatro veces y le decían que seguía ilocalizable, tenía la esperanza de encontrar a su hijo.

Fue hasta el pasado martes que conoció la verdad.

Carlos Andrés fue encontrado muerto con un impacto de bala en Urbi Quinta, en Tonalá... desde las primeras horas del 23 de enero.

"En la Semefo, todo el tiempo estuvo ahí", explicó don Carlos ayer, en medio del velorio de su hijo.

Pese a todo el dolor que vivió, el afectado no culpa al personal de la FE ni al del IJCF, a quienes dice admirar por su esfuerzo.

"(En Desaparecidos) mienten, porque tienen que mentir, (dicen) 'sí, cómo no, vamos a ver su asunto', con todo el dolor de su corazón porque ellos saben que no pueden hacer las cosas, hacen lo que humanamente es posible, ellos están haciendo más de lo que pueden, ¿qué puedes hacer con el número de carpetas que tienen?".

En cambio, responsabilizó de esto al...

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