Navegando el canal Rideau

AutorEsther González Jacques

Enviada

OTTAWA, Canadá.- El otoño está en pleno en la capital canadiense. Los árboles ya lucen ese distintivo color ocre con el que se les reconoce en el mundo y los pobladores caminan por las principales avenidas del Centro portando abrigos largos, sombreros, guantes y bufanda, esquivando las ráfagas de aire frío.

La fuerza de ese viento que golpea en la región, a estas alturas del año, también dibuja perfectas ondulaciones sobre el agua que corre por el Rideau, la principal arteria fluvial de esta ciudad, núcleo de las actividades de la localidad y que incluso fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 2007.

Por ahora, el Rideau luce en calma, descansando del ajetreo que vivió en verano, cuando los lugareños lo atravesaron en sus propios kayaks para ir de un lado a otro de la ciudad, y los buques cargados con turistas lo navegaron para admirar las principales edificaciones de la urbe.

Descansa, porque en invierno le espera más movimiento: sus aguas se congelan y 7.8 kilómetros, de sus 200 de longitud, se convierten en la pista de patinaje de hielo más grande del planeta.

Entonces los problemas de tráfico disminuyen en la capital canadiense, ya que se acostumbra tener un par de patines para usar esta vía e ir a trabajar, llegar a las citas con los amigos o simplemente para dar una vuelta y disfrutar de esta actividad.

Este afluente es tan importante para Ottawa que, el último fin de semana de julio se organiza el Festival del Canal Rideau, en el que además de asistir a las exhibiciones sobre cuidados del medio ambiente, los ciudadanos se inscriben al programa "Adopta un metro cuadrado del canal" para ayudar durante un año con su mantenimiento.

Los últimos pasos

De los 30 navíos que diariamente cruzan en primavera y verano las esclusas que dividen al río Ottawa del canal Rideau, hoy, apenas tres barcos se aventuran por esta zona, pues ya no es tiempo de navegar y sólo los expertos logran esta hazaña.

Mark es uno de ellos y, en una pequeña embarcación que posee desde hace 20 años llegó a este punto, proveniente de Montreal, donde visitó a sus hijos, con dirección a su casa, en Kingston. La travesía normalmente le lleva alrededor de una semana.

De ida, pasar las cinco esclusas le tomó dos horas, de regreso sólo hará hora y media, pues tiene la corriente a favor.

Suz travesía durará siete días. Se alimentará de lo que pesca. Una ventana de su embarcación deja ver su cocina, en la que una alacena resguarda una caja con...

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