Tolvanera/ No se hallan

AutorRoberto Zamarripa

Empantanados, como si el triunfo electoral del 2000 hubiera sido una maldición, los panistas viven una lucha interna con nuevos matices y que tuvo en la asamblea de Querétaro un episodio más.

De nueva cuenta dos grandes corrientes protagonizan la batalla política en el panismo: la doctrinaria o tradicional, los "custodios" del partido y la neopanista, empresarial, cultivada en las últimas dos décadas. Ambas participan en los frentes principales: los custodios controlan el Congreso (Diego Fernández y Felipe Calderón) y tienen a un personaje activo en la Secretaría de Gobernación (Santiago Creel). Los neopanistas tienen nada más la Presidencia de la República.

La lucha interna en el PAN ha cambiado dramáticamente. No sólo porque amplía los frentes de batalla, sino porque el control del partido deja de ser el tema principal y lo que ahora se disputa es la sucesión presidencial del 2006.

Ambas corrientes -a su vez contradictorias y no necesariamente institucionalizadas- perfilan de manera anticipada a sus candidatos: Santiago Creel, Diego Fernández y Felipe Calderón, por un lado, contra Francisco Barrio, Carlos Medina y Alberto Cárdenas, por otro.

Los neopanistas consideran que el comportamiento de los tradicionalistas en el Congreso y en el Ejecutivo ha sido timorato; achacan a Creel la responsabilidad de frenar cualquier juicio en contra de personajes del pasado.

Los tradicionalistas reclaman la inexperiencia e ineptitud como distintivos del Gobierno foxista que le han costado muy caro a la imagen y al desarrollo tanto de la administración federal como del partido.

En el fondo, ambas tendencias manifiestan desesperación y sus cuadros relevantes coinciden en un reclamo: piden al Presidente de la República "mayor panismo". Pero en esa misma medida la ciudadanía podría reclamarle a ese partido -al que le dio la mayoría de sus votos- "mayor realismo" y una capacidad de entendimiento y adaptación a la realidad nacional.

Una de las claves para los sucesivos triunfos electorales del PAN desde las últimas dos décadas ha sido el arrastre de amplias corrientes regionales y culturales alrededor de figuras y personajes carismáticos. Muchos de ellos han sido medianos empresarios -algunos de ellos empleados de grandes compañías- metidos improvisadamente a la política y que entre la ingenuidad de su novatez, su empuje y decisión, acompañados del hartazgo popular, lograron derrotar a la compleja maquinaria electoral del priísmo.

Carlos Medina Plascencia ha...

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