El sueño de todo occidental

AutorFlorencia Podestá

Fue imposible no advertir cuando habíamos alcanzado las tierras altas del sudeste asiático, un área que abarca las regiones limítrofes de Birmania, China, Laos y Tailandia, tierra cubierta de bosques selváticos donde se cosechan frutas, legumbres, tabaco, y la fuente de muchos conflictos: el opio. Además, en algunas zonas remotas de la región todavía hay elefantes salvajes.

Así, viniendo del sur, el tren se detuvo casi por completo antes de entrar en las montañas que se extendían de ahí en adelante, y una vez que aceleró de nuevo, las temperaturas fueron más bajas, y los fértiles valles de altura -la tierra del millón de arrozales- contrastaron con la montaña, que sigue sin ser domesticada.

El tren nos dejó en la ciudad de Chiang Mai, el centro urbano y cultural más importante del norte de Tailandia. Desde allí, tomamos una camioneta que nos llevó a Pai, un pueblo muy recomendado por algunos viajeros, pues se trata de una aldea típica de provincia, ubicada en una zona rural y montañosa a pocos kilómetros de la frontera con China, donde desde hace pocos años han comenzado a llegar visitantes de todo el mundo.

Pai es como nos habían contado, y mejor. Dimos con una posada y es justo lo que un occidental imagina, un pequeño paraíso del Lejano Oriente exótico: un conjunto de cabañitas hechas de madera labrada con el estilo exquisito y delicado de los artesanos tailandeses; los aleros de los techos con dos dragones esculpidos en madera, que bajan a ambos lados de la cabaña, y, finalmente, para ingresar a cada casita, un puente sobre un estanque cubierto de flores de loto.

Con la puesta del sol cerca, decidimos dar una caminata, pues la naturaleza transmite la serenidad de la vida rural en un paisaje que todavía no está del todo domesticado por el hombre.

Alrededor de Pai, en diferentes parcelas verdes, semi inundadas de agua, los arrozales dan a la atmósfera una vista húmeda que pinta todo de una bruma dorada con la luz del sol que se va. En el fondo, detrás de las casitas y los arrozales, las montañas cubiertas de selva brotan bruscamente de la llanura, como un cerco verde y salvaje alrededor del valle.

Lejos de todo

Al día siguiente decidimos rentar una bicicleta y hacer una excursión a uno de los monasterios budistas que se encuentran en las montañas cercanas a Pai. La religión oficial de Tailandia es el budismo, aunque existen comunidades musulmanas, taoístas y animistas mezcladas con la población budista.

Salimos temprano, apenas salió el...

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