Ofrece Jorge Reyes ceremonia con máquinas

AutorOmar Magaña

Los sintetizadores y la consola de efectos copularon con el sonido que de un caparazón de tortuga, un trozo de madera o una campanilla se puede extraer.

Lo ceremonial de los conciertos como el que Jorge Reyes ofreció el viernes en el Teatro Diana está en hermanar la tradición del rito precolombino con la máquinas y lograr que los instrumentos de madera percutidos, las flautas de barro y los mantras que el músico vocifera en el micrófono tomen su dimensión casi mística gracias a elementos técnicos.

En su espectáculo "El Camino del Jaguar", los ecos multiplicaban los alaridos que Reyes daba al interior del digerido y el golpe sobre el cuero del tambor se robustecía en su paso por el micrófono, los cables y la consola que rodeaba al músico; las máquinas sirvieron para poner al público en el interior de un bosque pues los sonidos de aves, agua, viento y animales provenían de ellas.

La atmósfera prehispánica se construyó no sólo con el instrumento rudimentario o con el copal que llegó hasta la parte más alta de las graderías; las secuencias tuvieron la misma relevancia que las danzas, los penachos, el fuego, los gritos, la pintura y la iluminación profundamente azul que llenó el escenario.

Del trozo de madera con rayadura sobre el que Jorge Reyes raspó durante minutos, la campanilla que se le cayó al suelo a mitad del concierto-ceremonia y sobre la que insistió con la baqueta sólo se podían exprimir sonidos...

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